jueves, 26 de junio de 2008

Naranja

No voy a mentir... llevo bastante tiempo observándote.

Siempre pensé que era para ti, así como tu lo eras para mi.
En secreto.

Es una de esas fantasias irreales que todos tenemos, como un amor platónico; de ese que nunca se espera llegue a ser realidad.


Es una locura. Tirémonos al agua!!... por que no? al fin y al cabo solo es una aventura terrenal más, algo vivido, algo carnal, que en unos años servirá de gracia al recordarlo.

Tus ojitos redondos, tu piel naranja, casi dorada, tu pequeño tamaño... la calidez que me brindas...
...y es que nunca había visto al amor... color naranja.







Un Cachito de Arte



La presentación que llevó por título Carmen. Ópera de George Bizet, a la cual tuve la "suerte" de asistir al ensayo general llevado a cabo el 10 de junio.


Esta es una ópera tan clásica, que todos pueden tararear más de alguno de los temas. No siéndo indiferente para el público en general ya que asistieron considerables expectadores a la presentación (no digamos al ensayo que fue gratis).


Dejando de lado la monotonía del baile coreográfico sin sentido, que ha caracterizado al italiano este; la sobrecarga de semi desnudos, los glúteos al aire que desviaban las miradas de las señoras (no yo por supuesto!), el exceso de juego corporal entre mujer-hombre, mujer-mujer, hombre-hombre, Carmen fumando y de lentes oscuros!!! por favor...





Es lamentable ver como solapándose con lo "surrealista y contemporáneo" el artista guatemalteco se vea restringido una vez más a la misma coreografía y vestuario, propio de los caprichos y fantasias ocultas (mejor dicho, no ocultas) del Sr. Poda.

Al final, ver al escenario lleno de arena, con los artistas manchados de sangre... el público sin comentarios, como cuando se sale de una mala película. Aplausos a medias, pues claro!!! si era el ensayo general, solo a los artistas se les dieron entradas para este ensayo, por lo consiguiente solo la familia o allegados culturales estaban presentes. Una salida presurosa, sin opinar nada en el lobby.


A casa, en donde las opiniones quedan en el aire, a sabiendas de que la función debe continuar.